Fibes tiene en el flamenco una referencia recurrente. Cada una de las citas de su calendario vinculadas a esta manifestación artística, como SIMOF, es un recordatorio vivo de cómo seguir innovando y avanzando hacia el futuro sin renunciar a nuestras raíces
Llegó a Sevilla allá por el siglo XV. Lo trajo a este y otros puntos de la geografía andaluza el pueblo gitano. Y podría haber desaparecido, como otras muchas tradiciones ya extintas. Sin embargo, hay algo en el flamenco que le ha permitido no solo sobrevivir sino convertirse, además, en seña de identidad de nuestra región e incluso de todo un país.
¿Cuestión de suerte o resultado natural de su esencia y personalidad?
Si algo ha permitido al flamenco llegar hasta nuestros días, eso ha sido su gran capacidad para innovar sin renunciar a sus raíces. Por eso, hoy podemos decir sin equivocarnos que su carácter y su historia nos proporcionan numerosos aprendizajes no solo aplicables a nuestra vida diaria, sino también a nuestra forma de hacer empresa y generar riqueza para la ciudad.
El flamenco ha sabido fluir con los tiempos, observando y escuchando con atención lo que estos traían de nuevas y atreviéndose a experimentar con las tendencias que llamaban a su puerta. Intrépido, valiente, se ha fusionado hasta con el rock y el hip hop, ha adoptado y prestado pasos de baile a otros tantos estilos musicales e incluso ha ido transformando su aspecto y su vestimenta.
De esto último, de hecho, encontramos pruebas recurrentes en el Palacio de Exposiciones y Congresos, siendo una de las más recientes y tangibles el Salón Internacional de la Moda Flamenca (SIMOF) que se celebra cada año en FIBES. ¿Hay algún otro lugar en el que lo viejo y lo nuevo puedan unirse de manera más armónica y natural?
Anualmente, SIMOF ofrece al flamenco una nueva oportunidad para expresarse con plenitud: conectando con sus raíces, con la artesanía local y los actores consolidados del sector, pero abriéndose a las propuestas de los jóvenes talentos y a las tendencias que llegan de dentro y fuera de nuestras fronteras.
SIMOF nos permite ver en acción toda esa flexibilidad, apertura al cambio y espíritu creativo que emanan del flamenco y que, por otro lado, tanta falta nos hacen para afrontar los desafiantes pero también excitantes tiempos en los que nos ha tocado vivir. Porque la innovación se contagia y se retroalimenta, y Sevilla es, a día de hoy, un espacio único en el que mantenerla viva.
