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La centenaria historia aeroespacial de Sevilla
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Con motivo del primer centenario del nacimiento de la industria aeronáutica andaluza, el escritor y asesor especializado en el sector aeroespacial y de defensa, Juan Antonio Guerrero, hace un recorrido por sus orígenes y nos cuenta cómo hemos llegado hasta aquí.
La industria aeroespacial convierte a Andalucía en una de las regiones de mayor herencia industrial y tecnológica del continente, con un amplio ecosistema innovador que no cesa de dar muestras de su firme espíritu empresarial.
La historia de esa industria, que nació en Sevilla en abril de 1923 como simple «taller de montaje» de una Base Aérea, la de Tablada, para convertirse luego en uno de los centros de tecnología aeronáutica más avanzados de Europa, constituye un legado socioeconómico y cultural de primera magnitud.
Los primeros trabajos aeronáuticos realizados en Sevilla serían la adaptación e instalación sobre aviones biplanos Breguet XIV de nuevos motores y su modificación exterior. Se iniciaría así una industria que poco después tendría factorías aeronáuticas en Cádiz y en Sevilla y que daría lugar al crecimiento de un imprescindible tejido empresarial auxiliar desarrollado en su entorno. De esas fábricas han salido más de una veintena de tipos diferentes de aeronaves, bastantes de ellas de diseño propio, cuyo exponente más conocido en la actualidad es la Línea de Montaje Final (FAL, en sus siglas en inglés) del Airbus A400M, el avión de transporte más avanzado de su clase.
Breguet XIV, primer avión transformado en Sevilla hace un siglo. Foto del Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire.
Sin embargo, es menos conocido que algunos de los mejores talentos de la historia aerotecnológica española son nacidos en Andalucía. Es el caso del sevillano Eduardo Barrón, proyectista del primer avión nacional, el «Flecha»; o del granadino Emilio Herrera, pionero de la ingeniería aeronáutica y creador de la Escuela Nacional de Aeronáutica. Este último, a quien la NASA lo considera «padre» del traje espacial, trabajó para el francés ONERA (Office National d’Etudes et de Recherches Aérospatiales), organismo precursor de la actual ESA (European Space Agency). El espíritu emprendedor del malagueño Jorge Loring lo llevó a crear la primera aerolínea regular de España y una industria aeronáutica en Madrid que todavía persiste. El talento del también granadino Rafael Rubio tuvo un destacado papel en los diseños de la sevillana Hispano Aviación, empresa entre cuyos logros más importantes destaca el diseño y fabricación del primer avión a reacción español, el famoso «Saeta», que fue asimismo el primer producto aeronáutico español exportado y el primero en ser fabricado con licencia en el mercado exterior.
En esa factoría, situada en pleno barrio de Triana, en la céntrica calle de San Jacinto, se proyectó también el primer avión supersónico español, el malogrado HA-300, que habría situado a España entre las potencias industriales aeronáuticas más avanzadas de los difíciles años sesenta.
«La historia aeroespacial de Sevilla es larga, pero su sombra se proyecta ya marcadamente hacia el futuro»
En esos mismos y difíciles años se darían los primeros pasos de la colaboración con empresas de otros países, que llevarían a la industria andaluza a la integración en los consorcios europeos, destacando la participación de las factorías de Construcciones Aeronáuticas, la popular CASA (cuyo centenario también celebramos este año), en el precursor del Airbus, el avión de pasajeros Dassault Mercure.
Las instalaciones de CASA, que en los primeros años setenta absorbió a la Hispano, han dado a luz productos como el C-212 «Aviocar», el avión español más difundido y conocido del mundo, del que se han vendido a decenas de países casi medio millar de ejemplares. A sus muchos méritos, el «Abuelo», apodo por el que es conocido este robusto y eficiente bimotor, uno la cualidad de haber sido un verdadero engendrador de empresas auxiliares.
Por otro lado, en las instalaciones sevillanas en las que nacieron estos transportes utilitarios pueden verse actualmente las líneas de «hijos« (los no menos conocidos CN-235 y C-295), que constituyen, junto al A400M, la oferta de aviones militares de Airbus; productos fabricados en largas series, en numerosas versiones, para distintas tareas que incluyen el rescate marítimo y que son todo un éxito internacional de ventas, tras ser exportados a los más distantes lugares.
C-212 «Aviocar», el avión español más difundido y conocido del mundo, creado en las factorías de Construcciones Aeronáuticas (CASA). Fotografía de Juan Antonio Guerrero.
La historia de nuestra industria aeronáutica, que a veces es considerada simplemente como algo anecdótico, ha de ser un referente para que, en su larga trayectoria, las empresas y quienes tienen puestos de responsabilidad administrativa y política, encuentren logros y soluciones que imitar y fracasos que evitar en la toma de decisiones, especialmente las de tipo estratégico.
Todo este recorrido evidencia una clara apuesta histórica de Andalucía, una región básicamente agraria y de servicios, por convertirse en una de las regiones tractoras de España en un sector especialmente innovador. Por eso, la elección de Sevilla como sede de la Agencia Espacial de España no llueve del cielo ni es, desde luego, un regalo. Como tampoco lo ha sido la reciente decisión de instalar en las recuperadas Naves de Renfe en San Jerónimo la incubadora de empresas aeroespaciales. Esta iniciativa, en la que unen fuerzas el Ayuntamiento de Sevilla, la Junta de Andalucía y el sector empresarial sevillano y andaluz y que es promovida desde el Ministerio de Ciencia, será un referente de emprendimiento e innovación durante tres años facilitando la creación y desarrollo de doce nuevas empresas para el sector espacial.
La historia aeroespacial de Sevilla es larga, pero su sombra se proyecta ya marcadamente hacia el futuro.
Juan Antonio Guerrero es escritor, asesor e ilustrador, especializado en temas aeroespaciales y de defensa. Sus obras más conocidas son «Alas de Andalucía», editada por la Universidad Internacional de Andalucía y «Tablada: la aviación y Sevilla», esta última en coautoría y que va ya por su tercera edición.
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