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Turismo de negocios: una oportunidad de progreso económico y social
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Con el turismo MICE, Sevilla no solo recibe viajeros; con el turismo vinculado a eventos profesionales y de negocios, la ciudad se transforma, además, en un espacio de intercambio de conocimiento e innovación que acaba permeando a todo su tejido económico y social
Posiblemente al escuchar la palabra “turismo” lo primero que se te venga a la cabeza sean imágenes que evocan el descanso y la desconexión. Sin embargo, pensar en el turismo como una actividad que se resume en escaparse a la playa o la montaña o en visitar una ciudad hasta entonces desconocida no deja de ser una aproximación un tanto reduccionista.
Según Spain Convention Bureau (SCB), parte de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), España recibió el año pasado 8 millones de viajeros de negocios. Esto es, personas que visitaron nuestro país para asistir a reuniones, congresos, jornadas, ferias u otro tipo de eventos profesionales, como los que se celebran cada año en Fibes. Es lo que se denomina turismo de negocios o MICE (Meetings, Incentives, Conferences and Exhibitions, por sus siglas en inglés) y, en 2023, podría superar por fin las cifras pre-pandemia para aportar hasta 12.100 millones de euros a la economía de nuestro país: un 6% de los ingresos totales del sector turístico español.
Al igual que el resto de la actividad turística, el turismo MICE se vio seriamente afectado por la crisis sanitaria provocada por la COVID-19. Ante la imposibilidad de reunirse en persona, muchos profesionales y organizaciones trasladaron sus reuniones y eventos a un formato 100% virtual. Sin embargo, con el fin de la pandemia, se han recuperado también las citas presenciales. De acuerdo con la International Congress and Convention Association (ICCA), el 85% de los encuentros profesionales de negocios en 2022 volvieron a ser presenciales o en formato híbrido, buscando recuperar esas ventajas únicas del networking y la interacción humana cara a cara y crear experiencias más personalizadas.
Esta vuelta a la presencialidad y la recuperación del sector ha puesto sobre la mesa su valor dentro de la industria turística pero también para la economía general y, a nivel social y cultural, para los destinos que lo acogen.
Solo en la primera mitad de 2023, Fibes ha acogido 38 congresos y jornadas a los que han asistido más de 64.000 personas. Hablamos de profesionales, representantes de empresas y administraciones públicas u otras entidades sociales de sectores como el sanitario, el aeroespacial, el turístico, el educativo o la moda. Personas con un área de especialización y de alta cualificación que traen a estas citas sus conocimientos y su experiencia y que acuden a ellas para ampliar sus redes de contactos, crear sinergias, testear nuevas ideas y generar negocio.
Desde ese punto de vista, el primer beneficio del turismo MICE tiene que ver con ser un dinamizador de esas industrias y un motor de innovación para las mismas, aunque la realidad es que esos beneficios no se quedan dentro de nuestras instalaciones ni limitados a los profesionales que participan en los eventos profesionales: la inspiración y el espíritu que los acompaña se acaba contagiando irremediablemente a negocios y los vecinos de la ciudad.
La disponibilidad de infraestructuras y servicios que posibilitan un turismo de negocios permite, a su vez, diversificar la oferta turística de los destinos, que es uno de los grandes desafíos en materia de sostenibilidad. Una de las mayores críticas a la industria turística ha sido siempre la concentración de la oferta en áreas muy específicas de las ciudades, como puede ser el centro, en épocas muy concretas del año, con la consiguiente saturación y sobreexplotación de recursos de estas áreas. Pero el turismo MICE contribuye a la desestacionalización de la actividad turística, que se extiende de manera más homogénea a lo largo de todo el año, y a la descentralización (y, por tanto, redistribución) de sus beneficios.
En este sentido, la peculiaridad del turismo de negocios es que su impacto va mucho más allá del evento o la reunión que es motivo del viaje, que, al final, suelen servir como excusa para disfrutar de la oferta cultural, patrimonial y gastronómica de una ciudad como Sevilla. Es más, esa oferta adicional es un factor que también entra a ser valorado por las personas encargadas de organizar este tipo de encuentros. El bleisure, como tendencia, apunta a la importancia creciente que adquieren las actividades culturales y de ocio para completar, de manera formal o informal, la agenda de los eventos B2B.
Estos elementos intervienen en la decisión tanto como las características de las instalaciones que van a contratar, los servicios adicionales que estas ofrecen o la profesionalidad de sus equipos, pero también como las conexiones del destino con las ciudades emisoras de viajeros, las opciones de transporte y movilidad dentro de la ciudad o la oferta de alojamiento y restauración adecuada a las necesidades de un público que tiene necesidades especiales, como la disponibilidad de espacios apropiados para reunirse o trabajar.
Por último, cada vez es más habitual tener en cuenta la sostenibilidad de la ciudad y del espacio elegido. Se eligen aquellos lugares y empresas que trabajan desde la responsabilidad, el respeto a los límites del planeta y el compromiso con la comunidad local; unos criterios que deben aplicarse por igual al turismo MICE para explotar su verdadero potencial y convertirlo en un motor de progreso y futuro.
Con todos estos datos sobre la mesa, no parece casual que Sevilla haya entrado este año en el ranking de las 50 ciudades del mundo preferidas para celebrar congresos de la ICCA. Otras tres ciudades españolas forman parte de esta clasificación: Barcelona, Madrid y Valencia. Juntas, contribuyen a posicionar a nuestro país como el segundo destino del mundo en turismo MICE, solo por detrás de Estados Unidos, y, por tanto, también como un referente en el proceso de transformación que esta industria está experimentando a escala global.
Porque ese turismo más sostenible que el planeta necesita es un turismo con una oferta más variada capaz de dar cabida a todo tipo de viajeros y que garantiza no solo la convivencia con su comunidad local, sino también la distribución de las oportunidades y el enriquecimiento cultural. Y aquí espacios como Fibes tienen mucho que aportar.
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